viernes, octubre 09, 2009

AQUELLOS VIENTOS....


Uno se levanta y le acosan los problemas del país como un imbatible enjambre de abejas. Mientras sorbemos el café y atendemos los últimos emails se nos van desgajando las noticias como pétalos de una flor que se muere. Quien lo diría. Este es el paraíso, la vitrina, lo mejor de dos mundos, un ejemplo de la democracia. Ni el haber vivido, en el plano personal, las caídas y sinsabores de una vida llena de precariedades, nos salva del sacudimiento emocional que nos producen los rumbos del país.

Un amigo entrañable siempre lo repetía. La crisis viene, la crisis viene. Lo atendíamos como el que atiende a un tipo un poco enajenado. De aquellos años a comienzos de la década de 1970 hasta estos días, la crisis se estuvo cuajando, cebándose en las entrañas de una sociedad complaciente, dependiente, pobremente educada a pesar de las grandes instituciones para la instrucción, y gobernada en complacencias del presente.

El sociólogo Luis Nieves Falcón lo había dicho en los 70 en su libro Diagnóstico de Puerto Rico. Vivimos sobre un barril de pólvora. Más adelante el entonces gobernador habló y escribió sobre la ingobernabilidad del país. Nadie pareció escuchar estas palabras. Hoy, bajo una administración de corte claramente neoliberal, el país altamente endeudado, tanto en lo público como en lo privado, la crisis nuevamente toca a sus puertas. A esta hora no nos podemos imaginar el desenlace de los despidos de empleados públicos, de la alta ola de criminalidad, de la inseguridad, de la pobreza del sistema educativo a todos los niveles, y de otros vaivenes que nos acosan.

Las sociedades siempre se superan y le encuentran salida a sus problemas. El asunto es que el proceso es lento y largo. Ahora es que meramente estamos comenzando a aprender. La perpetua adolescencia que nos anima comenzará tomar rumbos tortuosos. Por primera vez entendemos que la crisis no es relajo. Y es mejor que así sea.

AQUELLOS VIENTOS....

Uno se levanta y le acosan los problemas del país como un imbatible enjambre de abejas. Mientras sorbemos el café y atendemos los últimos emails se nos van desgajando las noticias como pétalos de una flor que se muere. Quien lo diría. Este es el paraíso, la vitrina, lo mejor de dos mundos, un ejemplo de la democracia. Ni el haber vivido, en el plano personal, las caídas y sinsabores de una vida llena de precariedades, nos salva del sacudimiento emocional que nos producen los rumbos del país.

Un amigo entrañable siempre lo repetía. La crisis viene, la crisis viene. Lo atendíamos como el que atiende a un tipo un poco enajenado. De aquellos años a comienzos de la década de 1970 hasta estos días, la crisis se estuvo cuajando, cebándose en las entrañas de una sociedad complaciente, dependiente, pobremente educada a pesar de las grandes instituciones para la instrucción, y gobernada en complacencias del presente.

El sociólogo Luis Nieves Falcón lo había dicho en los 70 en su libro diagnostico de Puerto Rico. Vivimos sobre un barril de pólvora. Más adelante el entonces gobernador habló y escribió sobre la ingobernabilidad del país. Nadie pareció escuchar estas palabras. Hoy, bajo una administración de corte claramente neoliberal, el país altamente endeudado, tanto en lo público como en lo privado, la crisis nuevamente toca a sus puertas. A esta hora no nos podemos imaginar el desenlace de los despidos de empleados públicos, de la alta ola de criminalidad, de la inseguridad, de la pobreza del sistema educativo a todos los niveles, y de otros vaivenes que nos acosan.

Las sociedades siempre se superan y le encuentran salida a sus problemas. El asunto es que el proceso es lento y largo. Ahora es que meramente estamos comenzando a aprender. La perpetua adolescencia que nos anima comenzará tomar rumbos tortuosos. Por primera vez entendemos que la crisis no es relajo. Y es mejor que así sea.

Acerca de mí

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463 Campo Alegre, Utuado, Puerto Rico
Periodista, Escritor y Poeta, Ciudadano Lector